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E S T AU R AN T E
33 , R
I C A R DO
G
I L HA
H E C HO D E L A S V E R D U R A S S U
L E I T MO T I V
C U L I NA R I O
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I ON E R O E I NNOV A DO R
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NA V A R R O R E G E N T A T AMB I É N E L M Í T I CO L OC A L
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A R AGOZ A Y P R E T E ND E AM P L I A R
S U S N E GOC I O S F U E R A D E
A
R AGÓN
PERSONAJES
LA VIDA
en verde
E
l cocinero
Ricardo Gil
conta-
gia su entusiasmo a cualquier
persona que tenga el placer de
conversar con él. Son muchos
los años de profesión, muy grande su
pasión y eso se nota.
Proviene de una saga familiar de hos-
teleros cuyos orígenes se remontan a
1952 cuando en la cantina de la esta-
ción de Gallur la abuela del chef co-
menzó a cocinar sus recetas. El padre
de Ricardo ayudaba en el negocio, pero
con 20 años decidió fundar otro estable-
cimiento denominado Club 33 en Tude-
la. Los mismos pasos siguió su hijo, Ri-
cardo Gil, deslindándose del negocio de
su padre donde también ayudaba desde
su infancia junto a sus cuatro hermanos.
“Yo con 14 años ya estaba en el restau-
rante, en aquella época era muy normal
que los chicos ayudáramos a nuestros
padres. A la vez que estudiábamos, tra-
bajábamos y durante los fines de sema-
na tenía que trabajar. He trabajado des-
de que era un niño”, explica el chef que
fundó el
Restaurante 33
también en
Tudela -su ciudad natal- a la temprana
edad de 19 años.
Y lo hizo de la mano de la que sería su
esposa,
María Pilar Vicente
, a la que
ya conocía cuando montó el nuevo es-
tablecimiento y en el que ella comenzó
a trabajar pocos años más tarde, a pesar
de provenir de una profesión diferente
(era secretaria de dirección). “María Pi-
lar se adaptó muy rápido porque es una
persona inteligente, aprendió cocina
con nosotros y la gestión y, de hecho,
ahora lo gestiona ella. Además, se en-
carga de la repostería del restaurante”,
relata el chef.
Desde los primeros años de su dilata-
da carrera como hostelero se formó con
diversos cursos. “Mi padre pagaba for-
mación para mí muy cara. Eran cursos
intensivos, en los que en muy pocos
días debíamos hacer muchas cosas y
yo, como ya trabajaba, todo lo entendía
mejor. Mi padre decidió que todos los
años nos íbamos a gastar un dinero im-
portante en formación y todos los años
mi familia salía a formarse”, señala Gil.
Después de numerosas reformas y ac-
tualizaciones a lo largo del tiempo, el
Restaurante 33 que fundó el joven coci-
nero hoy está distribuido en dos plantas,
que albergan a su vez tres comedores
(con capacidades de 60, 25 y 14 comen-
sales cada uno), en los que predominan
los colores que evocan la tierra y, según
Gil, con una “decoración puesta al día,
pero que no pasa con el tiempo y rea-
lizada con buenos materiales para darle
solidez”.
FRUTOS DE LA T I ERRA
Y ALGO MÁS
Pero si algo identifica a este chef son
las verduras. Dos son las variables que
hacen perfecta su exitosa ecuación gas-
tronómica: la formidable huerta Navarra
y las técnicas y procesos que aplica a
los vegetales. “Creamos una red de agri-
cultores que trabajan para nosotros para
asegurarnos un producto de nivel conti-
nuo”, explica Gil que siempre busca dar
una vuelta a los platos, darles un toque
diferenciador, pero sin perder un ápice
del sabor tradicional.
“Cuando comen en nuestra casa nos di-
cen ‘aquí tienen más sabor las verduras’,
y eso es precisamente lo que buscamos
que las verduras sean más auténticas”,
relata el navarro.
De hecho, Ricardo Gil define su cocina
como “una cocina del lugar, basada en
las verduras principalmente, que a través
de técnicas nuevas y sistemas propios,
nos acerquen más al producto inicial, sin
transformarlo demasiado, para que los sa-
bores sean más elegantes”. Y el chef pone
14
B
AR
B
USINESS